11 Mayo
11 Mayo 2009 por FEUSO | Asturias
Antonio Cabeza González, representante de FEUSO en el Comité de Empresa de los profesores de Religión de Asturias, comenta en este artículo la situación en la que se encuentra la alternativa a la asignatura de religión, que en muchos centros llaman con el eufemístico título de “Actividades de Estudio”.
Bajo este pretencioso título se esconde un arma de destrucción masiva que se viene empleando contra la asignatura de Religión desde que se implantó la LOE. El objetivo es claro y también lo son los efectos que produce: los alumnos no escogen la asignatura de Religión por lo desequilibrado de la oferta, para regocijo de los sectores más reaccionarios contra la asignatura de Religión que, año tras año, se vanaglorian de que el número de alumnos de Religión desciende.
Pero, ¿qué son las Actividades de Estudio? Trasladen la pregunta a las Autoridades educativas y recibirán por respuesta, a modo de mantra (eso sí, sin juntar los dedos índice y pulgar y concluir con un ommm): “una serie de actividades formativas no curriculares que se ofrecen a los alumnos que no cursan Religión”. Si no se conforman con la formal respuesta de los servidores públicos e investigan por su cuenta, descubrirán que en muchos centros o se bordea o se vulnera la legalidad impunemente: no se informa debidamente de su contenido a los padres como prescribe la ley; en un mismo nivel, en cada uno de los cursos que lo componen, se desarrollan actividades distintas; se desarrollan actividades con contenidos curriculares (repasos, estudiar, realización de deberes, recuperación de pendientes…), o lo que es más dramático, no se hace nada, pero nada de nada (no vayan a creer que son estudios de filosofía). En un curso nada, en otro curso nada, en otro nada y así hasta concluir sus estudios. Pudieran ser 6 cursos haciendo nada o, hablando de horas, ¡¡245 horas!!
Diréis: “nada nuevo” y razón os sobra, pues llevamos soportando esta situación desde principios de la década de los 90 con la entrada de la LOGSE. Apelamos a la denuncia ante las autoridades educativas y de nada sirvió. Lo hicimos ante la justicia y pese a las sentencias a nuestro favor, o mejor dicho, a favor de la propia justicia, de nada sirvió. Lo hicimos hasta la saciedad ante la opinión pública, y de nada sirvió.
Entonces, ¿por qué escribo? Lo hago porque no podemos quedarnos impasibles ante las bravuconadas de los que se jactan del descenso del interés de la asignatura de Religión, ante los que ponen en peligro nuestros puestos de trabajo, ante los que pervierten valores integradores como libertad, justicia, tolerancia al utilizarlos en su discurso para dividir, para enfrentar o agredir.
En este tiempo en el que se promueven desde las distintas Administraciones planes de evaluación del profesorado, pruebas diagnóstico y otros procedimientos para conocer la salud de la que goza el sistema educativo, resulta paradójica la situación en la que se encuentra sumida la enseñanza de Religión. De qué sirve diagnosticar y evaluar si no se ponen medios para solucionar las carencias descubiertas.
Diagnóstico: La situación de la alternativa a la religión es desastrosa e indigna de un sistema educativo de un estado moderno que pretende converger con los países más desarrollados.
Reto: Ante tan demoledor diagnóstico, se deben poner los medios para solucionar el problema o la carencia. Hagan cumplir las leyes, hagan cumplir sus leyes, hagan cumplir la LOE sin tejemanejes: todos saldremos ganando con ello.
Antonio Cabeza González
Representante de FEUSO en el Comité de Empresa de los profesores de Religión de Asturias