Tras las vacaciones, los trabajadores de todos los sectores, pero de manera muy especial los de la enseñanza, deben reincorporarse a su puesto de trabajo habitual, pudiéndose enfrentar a un fenómeno que se conoce como Síndrome Postvacacional. Ante todo debemos comprender que se trata de un efecto producido por un cambio de rutina muy repentino tanto en horarios como en libertad de acción. Suele durar poco tiempo, aunque depende de cada caso concreto.
El síndrome postvacacional es un proceso de adaptación necesario cuando se entra de nuevo en contacto con la vida activa. Cuando ese proceso de adaptación fracasa, entonces se generan una serie de molestias sin que lleguen a catalogarse como enfermedad. Las personas que padecen este síndrome sufren cambios que dan lugar a un malestar importante con una repercusión sobre su calidad de vida.
Algunos síntomas que se pueden dar en el síndrome postvacacional son:
- Debilidad generalizada y astenia.
- Problemas físicos: dolor de cabeza, dolor de estómago, taquicardias, sensación de ahogo, insomnio…
- Disminución de la capacidad de concentración.
- Incapacidad para tomar decisiones.
- Falta de adaptación laboral.
- Falta de motivación.
- Cambios de carácter.
- Desánimo.
- Irritabilidad.
- Apatía.
- Tensión, nerviosismo, ansiedad, depresión…
Son síntomas comprensibles, reacciones lógicas de nuestro organismo y nuestra psique que se producen al pasar del descanso y el ocio al trabajo duro, lo que implica un esfuerzo de adaptación para todos. Y es explicable por cambios en los ciclos de actividad, cambio en las comidas, reajustes personales, cambio social, percepción subjetiva de la vuelta al trabajo, expectativas negativas de convivencia con compañeros o jefes, reorganización de la casa, etc.
El mejor remedio, la prevención
Para prevenir este bajón de rendimiento, existen algunas claves que pueden aplicar tanto las empresas como los propios trabajadores y que lograrán facilitar, de manera nada traumática, la “vuelta a la acción”:
- Mantener cierto horario nos permitirá que sigamos con un cierto biorritmo.
- A medida que se acerque la vuelta al trabajo, volver progresivamente a la rutina habitual.
- Evitar una motivación personal excesivamente centrada en las vacaciones.
- Mantener determinadas aficiones.
- Adelantar paulatinamente la hora de despertar.
- Empezar por las tareas simples, para ir asumiendo retos poco a poco.
- Pensar en positivo.
- Practicar ejercicio físico.
- Pedir ayuda a un especialista si es necesario o los síntomas persisten.
El síndrome postvacacional puede terminar en depresión o fusionarse con el “síndrome de Burnout”, también descrito como “quemarse en el trabajo”. Por ello es importante aprender a disfrutar de nuestro trabajo y de nuestro tiempo libre, buscando retos y centrándonos en lo positivo. Voltaire nos dejó dicho con respecto al trabajo: “Es una forma de ganarse la vida; es el antídoto del ocio, origen de todos los vicios; y sobre todo, nos proporciona la oportunidad de ser útiles a la sociedad a la que pertenecemos”.