Los docentes, que trabajan en los centros de iniciativa social, están sujetos a un convenio colectivo, éste desde el año 2007 está prorrogado, es decir, la negociación de las condiciones laborales están congeladas porque la propuesta del empleador supone gran retroceso: el aumentó hasta 28 horas lectivas en la jornada de trabajo, la no subida de sueldo en relación al IPC, contratación parcial y solo por horas lectivas, etc. Pero, además, al estar sostenidos parcialmente con fondos públicos igualmente, les afectan los recortes gubernamentales conocidos por todos y que se materializa en un gran recorte salarial con su pérdida adquisitiva pertinente junto con la subida de ratios en las aulas y la falta de fondos para el real funcionamiento de los centros, esto es, tanto en centros de iniciativa autonómica como en centros de iniciativa social nuestros alumnos pasan frío (no hay dinero para pagar el gasóleo de las calderas) y el docente siente una gran frustración por no poder realizar su vocación en las mejores condiciones y calidades posibles, por extensión, la EDUCACIÓN queda en un segundo plano.
Todas estas políticas, que afectan plenamente al acceso universal de los servicios, solo tienen un fin: crear división y miedo a los ciudadanos. El motivo, es claro, el gobierno regional lo mide todo por un solo parámetro: el beneficio de los servicios y todos sabemos que la educación no da «beneficios» inmediatos, solo crea futuro. Así, la guerra que se lucha no es quitar de un lado para dárselo a otro que falazmente se dice que es más económico para las arcas públicas, sino crear caos e incertidumbre mientras las condiciones laborales de los docentes, tanto en un modelo como en otro, siempre van a ir a la baja. Y ello conlleva que poco a poco surja una tercera vía de educación muy alejada de principios morales asentados en la igualdad social.
En definitiva, ¿Qué nos jugamos en los próximos meses? La EDUCACIÓN, así de sencillo, mientras nos dedicamos a enfrentarnos entre nosotros, el gobierno va a ir deteriorándola cada vez más, impidiendo que nuestros alumnos adquieran los mejores conocimientos sobre el mundo en el que vivimos y desarrollen una actitud crítica ante la sociedad que se construye. En septiembre, el docente tendrá que enfrentarse a una aula llena de alumnos, cada uno de ellos con su problemas, y las órdenes de sus empleadores se resumirán en lo que sigue: más horas lectivas y menos dedicación a la profesión. Mientras irán surgiendo otros modelos educativos donde solo tendrán cabida algunos.