Mamá, y si no soy ingeniero, ¿qué?

En este artículo, Mar Goñi, de la Federación de Enseñanza de USO-Cantabria, escribe a propósito de las expectativas que se hacen los jóvenes que van a ir a la universidad. En su escrito, comenta la intervención del psiquiatra Javier Urra en una conferencia que impartió recientemente en Santander el pasado 30 de mayo. En su intervención, Javier Urra destacó especialmente la importancia de que los jóvenes aprendan a tolerar la frustración.

Ahora que nos encontramos a puertas de las pruebas de la EBAU, conviene decir a nuestros jóvenes, que son el futuro, varias frases importantes que cada vez son más necesarias para afrontarlo. No son para hacer eco, sino para que, de verdad, hagan pensar a los candidatos que luchan por una plaza universitaria. Una de ellas podría ser que “Nada es tan importante en la vida como para condicionar nuestro futuro, ni siquiera una nota numérica”.

Desde ese maravilloso estado que es la juventud, leer e interpretar esta premisa, seguramente suena a ¿qué me estás contando?, ¡cómo que no, si yo quiero ser ingeniero! Serás un gran “cualquier cosa que te propongas” sería una buena respuesta. Si el mundo estuviera lleno de ingenieros, nadie limpiaría las calles o cuidaría de los enfermos o enseñaría a los niños.

El otro día tuve la gran suerte de escuchar en persona al gran Javier Urra. Un gran tipo con un currículum de esos de dos páginas, pero que es capaz de tocar el alma con sólo decir tres sencillas palabras “tolerar la frustración”. Arrojaba datos más que preocupantes acerca de los jóvenes, los grandes índices de suicidio a los que por desgracia nos enfrentamos y que son producto de la interpretación que la juventud hace de la vida cuando no ve salida inmediata a los problemas mundanos. La psicología y la salud mental de nuestros jóvenes debiera ocupar una parte de nuestro cada vez más escaso tiempo. Hay cosas que se nos pasan por alto y atajarlas tarde, podría ser fatal.

Los jóvenes, hasta que alcanzan la adolescencia, viven colmados de casi todo y no enfrentan situaciones difíciles, el “bulling” ya es algo más que habitual en muchas aulas y se convierte en algo que engulle la personalidad del débil y que puede dañarlo, pero detectado y encauzado, es absolutamente superable. Castigar a los autores es fundamental, pero también es importante dar herramientas al que lo sufre para saber que todo se supera en la vida.

Pero la sociedad necesita esas herramientas para saber que, excepto la muerte, con el tiempo se pasa página, aunque no se vea la luz al final del túnel. El “bulling” no sólo se ve en las aulas, hay gente que lo sufre de otra manera en sus empresas, el “mobbing” viene siendo más de lo mismo, conductas abusivas por parte de un superior o un igual, que desencadenan en problemas de estrés, ansiedad y depresión. Por eso, es importante trabajar esas fortalezas desde la más temprana infancia, porque primero es el colegio y después la vida laboral. Ningún trabajo es lo suficientemente importante para minar nuestra salud mental y nuestra vida, por mucho que haya que pagar las letras a fin de mes. A veces hay que saber tomar decisiones con claridad y cortar los problemas de raíz. Saber pedir ayuda e interpretar los movimientos de las personas que lo están sufriendo es vital. “La labor de mirar y observar conductas que nos llaman la atención en un momento dado y estar alerta”, nos pueden arrojar datos cruciales. No se trata de hacer de Colombo, pero sí estar ojo avizor cuando algo no nos cuadra.

Urra dijo también algo muy interesante: el mundo lo dirigen unos pocos, y hay un problema enorme en la toma de decisiones. Es cierto que muchos de los problemas del mundo son porque esos pocos que lo dirigen, a veces, no las toman a tiempo. Porque son difíciles y porque tienen repercusiones en la vida de los demás y, por eso, se dejan aparcadas esperando a que la Providencia obre el milagro, pero no, las decisiones por suerte o por desgracia son mundanas y no hay que tener miedo a abordarlas, eso es lo que hay que potenciar en los jóvenes. Nada es tan importante como para no tomarlas. El mundo está hecho para los valientes, y todos podemos serlo en algún momento. El hombre tiene la capacidad suficiente para reponerse de una mala decisión, lo que es cien por cien seguro es que tal vez, siempre se arrepentirá de no haberla tomado.

Por encima de nuestras decisiones o de una nota numérica, como seres mentalmente fuertes y con una capacidad adaptativa innata, debemos saber que si no nos da la nota para escoger una carrera u otra podemos hacer dos cosas; lamentarnos amargamente por esas décimas que no llegaron o volverlo a intentar. O pensar que podríamos ser felices y desarrollarnos con otras opciones en las que, con toda seguridad, encontraríamos la felicidad, que es el fin último del ser humano. Educar la mente es tan importante como saberse las tablas de multiplicar o situar las capitales en un mapa mudo. Interpretar el mundo y relativizar los problemas no son sólo una capacidad, son la garantía del éxito frente a cualquier nota numérica.

Mar Goñi

FEUSO-Cantabria

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