08 Enero
08 Enero 2018 por FEUSO | Noticias
A menudo, valoramos Internet como muy positivo porque nos deja hacer casi todo manteniendo un relativo anonimato. Sin embargo, este aparente anonimato puede ser, en realidad, un espejismo. La red nos permite, supuestamente, navegar con una máscara puesta, pero también es cierto que existe la posibilidad de que miles de personas conozcan y vean datos privados sobre nosotros o que, incluso, algunas consigan averiguar cosas de nuestra vida que difícilmente podrían llegar a saber si no fuese por Internet. Aunque parezca pura ficción, con unos cuantos clics y algunos conocimientos de informática y/o programación, es suficiente para retirar la máscara que se antepone entre una persona real y un foro o una red social. Y esto puede llevar a ser acosados en la red.
El doxing es un tipo de acoso adaptado a los tiempos recientes. Es una muestra de cómo la manera de dañar a los demás evoluciona a la vez que se van desarrollando las nuevas tecnologías.
El doxing es, técnicamente, un conjunto de estrategias destinadas a investigar, recopilar información y difundir información de una persona que fue específicamente seleccionada con un objetivo concreto o como vendetta. Esta búsqueda es de una naturaleza tal que revela información privada de contacto, la localización o, en algunos casos, la identidad real de la persona investigada.
No se trata simplemente de almacenar datos, sino que este tipo de información privada se utiliza como una forma de acoso por Internet, amenazando y extorsionando a la víctima con hacer público lo que se ha descubierto sobre ella. El objetivo, además de una persona, también puede ser una organización o asociación.
¿Qué pasa en la red?
Cuando navegamos por la red, cuando dejamos comentarios, cuando nos registramos o interactuamos con páginas web, dejamos una huella digital. El doxing se aprovecha de esa huella para ir estirando del hilo y encontrar datos como nuestro lugar de residencia, el nombre de los amigos más cercanos, nuestras aficiones, nuestras opiniones políticas… o incluso confesiones, fotos o vídeos que nos pueden comprometer.
En una era digital en la que publicar una fotografía desafortunada en Facebook o un comentario en Twitter nos puede costar el despido del puesto de trabajo, el doxing supone una manera de extorsión que prácticamente no tiene límites. Si una fotografía, un vídeo o una historia publicada en Internet llegan a alcanzar unas cotas de difusión que se acercan a lo viral, una persona puede pasar a recibir docenas de burlas y amenazas de la noche a la mañana, de parte de personas que no conoce y no conocerá jamás pero que, a la vez, tienen el poder de maltratarla psicológicamente. Esto ocurre porque se produce una especie de efecto de bola nieve que se hace cada vez más y más grande, ya que cada vez participa más gente en su difusión.
En muchos de estos casos la verdad puede juntarse con la mentira, ya que “la noticia” se suele acompañar con datos, imágenes o vídeos falsos que permiten darle veracidad a un conjunto en el que la mayor parte de las cosas son inventadas con el único objetivo de dañar a alguien de manera remota. Independientemente de la veracidad de lo difundido, lo que sí está claro es que la huella dejada por este tipo de información en Internet es permanente y se puede llegar a ella años después de que todo haya ocurrido.
¿Quién está expuesto al doxing?
Los menores son los más expuestos. Teniendo en cuenta de que el doxing frecuentemente va de la mano del ciberbullying, sus efectos en los jóvenes son especialmente perjudiciales. El final de la etapa de la niñez y la adolescencia son momentos de la vida en los que la pertenencia al grupo suele tener una importancia capital; es, en este momento, cuando un menor está más expuesto al doxing. Cuando un niño o adolescente se ve expuesto de esta manera puede llegar a ver peligrar la posibilidad de recibir aceptación social o, incluso, a hacer que sea más posible que el bullying aparezca o se intensifique. Además, al ser un tipo de amenaza para el que no se está preparado, la indecisión sobre el qué hacer y la dependencia de los adultos llevan a la aparición de unos niveles de estrés y ansiedad muy altos que pueden llegar a provocar que el acosado no se sienta seguro en ningún lugar, ni en su propia habitación, ya que las amenazas en la red se producen en cualquier lugar y en cualquier momento. Estos menores suelen sentirse extremadamente amenazados y con altos grados de estrés que perjudican su vida cotidiana.
Pero el doxing, que es un tipo de violencia simbólica, afecta mucho a las mujeres. Según un estudio realizado por Amnistía Internacional, una de cada cinco mujeres españolas afirmaba que había experimentado abuso o acoso en las redes al menos una vez. El estudio, que se dio a conocer el pasado mes de noviembre, revelaba también que un 26% de estas mujeres habían sufrido doxing.
¿Cómo defenderse del doxing?
No hay una manera sencilla de evitar ser víctima de un doxeo. La mejor forma de combatir el doxing es “teniendo claro qué dice la red de ti o qué puede encontrar una persona si busca con ciertas intenciones”. Por ejemplo: puede ser que tengas una multa pendiente de pago que se ha publicado en el BOE. Hay que ser consciente de que alguien la puede sacar, porque eliminar de la red este tipo de informaciones es prácticamente imposible.
Por tanto, debemos tener claro que toda la información que subamos a la red o que exista sobre nosotros en ella es susceptible de ser utilizada para controlarnos. Es por este motivo que debemos segurizar nuestros perfiles sociales y evitar dejar una huella digital de la que el día de mañana podamos arrepentirnos. El principal problema de internet tal y como hoy está estructurado es que resulta muy sencillo subir algo, y muy complicado eliminarlo.