Según un informe de la FAD, los profesores españoles se muestran críticos y pesimistas

15 Julio

15 Julio 2008 por FEUSO | Noticias

Los docentes españoles afirman sentirse desorientados y poco capacitados para hacer frente a las nuevas realidades educativas, según se desprende del Informe  “Docentes o maestros: percepciones de la educación desde dentro”, realizada por la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) y Obra Social de Caja Madrid.

La investigación, de ámbito nacional, muestra los temores, expectativas, deseos y dificultades de los docentes españoles. El objetivo era analizar la visión que de su propio papel, del sistema educativo y del contexto social tienen los profesores.

Una de las primeras conclusiones es que el discurso predominante en los docentes es crítico y pesimista, alimentado de quejas y reclamaciones. La principal demanda se centra en la formación. Desde su punto de vista no cuentan con la formación y capacitación necesaria para hacer frente a las nuevas realidades de la escuela del siglo XXI y reclaman formación específica con respecto a:

1. Resolución de conflictos en el aula: Se sienten desorientados y no capacitados para resolver problemas de violencia escolar, tanto entre iguales como hacia su figura. Se sienten desamparados y desautorizados por el contexto escolar y social para ejercer medidas que considerarían necesarias. En este sentido, reclaman apoyo institucional y político para reforzar los mecanismos sancionadores que les ayuden a establecer un clima de disciplina en las aulas.
2. Gestión de la relación con los padres de sus alumnos: Los profesores siguen percibiendo a los padres como elementos externos a la función escolar, en una dinámica que parece no encajar con la necesidad (expresada por ellos mismos) de ir codo con codo en la educación de los más jóvenes. Denuncian que muchos padres no se implican en la función escolar ni tienen intención de hacerlo, a la vez que se sienten completamente desautorizados y desprestigiados frente a las familias. Es decir, sin fuerza institucional ni apoyo social para imponer sus criterios.
3. Multiculturalidad: Los profesores sienten que no poseen los conocimientos y formación necesaria para gestionar la multiculturalidad en las aulas. Se sienten desorientados e impotentes frente a un fenómeno que afirman les ha desbordado.
4. Uso de las Nuevas Tecnologías: Afirman que los recursos existen, pero que los propios docentes no cuentan con la capacitación suficiente para integrarlos de forma efectiva en los procesos educativos.

Estas exigencias de formación se acompañan de una sensación generalizada de desprestigio social. Los profesores son conscientes del deterioro de su imagen y de que la figura del “maestro” (con implicaciones más afectivas, un carácter global y connotaciones de prestigio) ha sido sustituida por la del “docente” (identificado como un funcionario más de la administración, sin ningún tipo de connotación afectiva y desvalorizado en su apreciación colectiva).
Por otra parte, tienen el sentimiento de “estar siendo atropellados” -tal y como afirman ellos mismos- por exigencias sociales delegadas de otros sectores. Es decir, se sienten que se exige a la educación formal que resuelva todo lo que la sociedad no sabe cómo resolver (seguridad vial, violencia de género, consumo de drogas, etc.). En definitiva, se quejan de tener que “cargar” con todo aquello de lo que otros no se hacen responsables, tener que enfrentarse a conflictos y contradicciones sociales y, a la vez, no encontrar ninguna complicidad en su tarea.

Otra de las conclusiones fundamentales del estudio es el análisis severo del contexto político al que acusan de utilizar la educación como arma electoral arrojadiza. Desde su punto de vista, los políticos priman los réditos electoralistas a corto plazo lo que provoca una inestabilidad del sistema que los profesores sienten en primera persona.

Por otra parte, demandan que se consensúe un “pacto de mínimos” en la educación que palie el efecto cambiante de las políticas educativas, aunque se muestran convencidos de que los políticos serán incapaces de alcanzarlo.

Junto a la inestabilidad de políticas educativas de la que se sienten víctimas, sienten de forma muy acusada que han perdido todo apoyo social (de padres/madres, contexto social y medios de comunicación) y mantienen una visión desesperanzada de su propio rol. Además, se sienten cuestionados por los padres, por el sistema educativo y por la sociedad en general. De forma específica, también señalan a los medios de comunicación a los que acusan de mostrar de forma reiterativa los aspectos negativos y no contribuir a volver a prestigiar la figura del profesor sino, más bien, en participar del afianzamiento de un estereotipo social negativo.

Sobre sus opiniones sobre la escuela pública y la privada, de forma dominante, el discurso de los profesores españoles defiende el modelo de Enseñanza Pública y, en contra del estereotipo, mantiene que cuenta con mayores recursos que la Enseñanza Privada, con la que son profundamente críticos. Sin embargo, creen que existen determinados aspectos positivos en la Enseñanza Privada que deberían trasladarse a la Pública. El principal: una gestión profesionalizada de los centros y los criterios de exigencia que evitarían el riesgo de acomodación y conformismo que detectan en los profesores de los centros públicos.
Con respecto a la Enseñanza Pública, y aunque defienden el modelo, critican que se trata de un sistema demasiado condicionado por la lógica política lo que le convierte en un sistema ineficaz e inestable. También sienten que estos centros se han convertido en “vertedero” de conflictos, contradicciones y tensiones sociales.

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