El escritor francés Daniel Pennac publica Mal de Escuela, un homenaje a los docentes

30 Septiembre

30 Septiembre 2008 por FEUSO | Noticias

Durante muchos años profesor de literatura en institutos de enseñanza media, el francés Daniel Pennac (1944) se hizo mundialmente famoso con su ensayo Como una novela, donde reflexionaba sobre la lectura entre los adolescentes. Luego compaginó la enseñanza con la literatura hasta que se dedicó completamente a escribir.

Mal de escuela es un libro que combina las estrategias de la novela con las del ensayo personal. Desde la perspectiva de su dilatada experiencia docente, Pennac recuerda su vida como estudiante y muchas anécdotas sobre su trabajo como profesor en todo tipo de institutos, especialmente en zonas humildes. Como estudiante, Pennac nunca fue brillante; al contrario, se califica como un zoquete: suspendía casi siempre, no le entraban las cosas, se despistaba, se confundía, se liaba, pasaba de todo.

Su propia biografía le ha servido para comprender la filosofía del mal estudiante y buscar después todo tipo de estrategias con tal de rescatar a estos alumnos del pozo en el que a menudo caen. No es que Pennac haga nada de otro mundo con ellos. Sus opiniones se basan en su sentido común, que le lleva a desconfiar tanto de los sistemas pasados –sin rechazarlos de plano- como de muchas aportaciones pedagógicas modernas que ponen el acento en cuestiones que Pennac no considera básicas. Hay páginas muy interesantes sobre el valor de los dictados, del aprendizaje memorialístico y hasta resulta sorprendente su defensa de los internados.

Conoce muy bien Pennac el discurso que se ha alimentado últimamente sobre la catastrofista situación de la escuela, con la multiplicación de casos de violencia y el desprecio por la sabiduría y la educación que parecen tener muchos alumnos. Pero desconfía de las generalidades. Para Pennac, y resulta muy interesante su visión de la enseñanza, las cosas apenas han cambiado y los alumnos son y seguirán siendo los mismos (lo que no significa que ignore lo que está pasando). Todo depende de cómo se trate a lo alumnos en clase y en los centros y de las estrategias que empleen los profesores  para que cada alumno descubra que tiene su propia importancia. Por eso escribe: “basta un profesor -¡uno solo!- para salvarnos de nosotros mismos y hacernos olvidar a todos los demás”. Y resultan emotivos y convincentes el ejemplo de aquellos maestros que más influyeron en su vida. Recordando a sus profesores de matemáticas, historia y filosofía, dice: “los tres estaban poseídos por la pasión comunicativa de su materia”.
 Mal de escuela comienza hablando del zoquete Pennac. Pero lo más importante es la actitud del Pennac profesor ante aquellos alumnos difíciles, con poco entusiasmo por todo, víctimas de los problemas familiares y de una sociedad a menudo violenta que les suele dejar solos. Pennac nunca tira la toalla porque sabe que siempre puede conseguirse algo.

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ALGUNAS CITAS DEL LIBRO:

 *“Los males de gramática se curan con la gramática, las faltas de ortografía con la práctica de la ortografía, el miedo a leer con la lectura, el de no comprender con la inmersión en el texto y la costumbre de no reflexionar con el tranquilo refuerzo de una razón estrictamente limitada al objeto que nos ocupa, aquí, ahora, en esta aula, durante esta hora de clase”.

 *“La de bobadas que habrá soltado mi generación sobre los rituales considerados como muestra de ciega sumisión, las notas envilecedoras, el dictado reaccionario, el cálculo mental embrutecedor, la memorización de los textos infantilizante, ese tipo de proclamas”.

 *“¿Era él un gran matemático? Y el curso siguiente, ¿era la señorita Gi una gigantesca historiadora? Y durante la repetición de mi último curso, ¿era el señor S. Un filósofo sin par? Lo supongo, pero a decir verdad lo ignoro; sólo sé que los tres estaban poseídos por la pasión comunicativa de su materia. Armados con esa pasión, vinieron a buscarme al fondo de mi desaliento y solo me soltaron una vez que tuve ambos pies sólidamente puestos en sus clases, que resultaron ser la antecámara de mi vida. No es que se interesaran por mí más que por los otros, no, tomaban en consideración tanto a sus buenos como a sus malos alumnos, y sabían reanimar en los segundos el deseo de comprender. Acompañaban paso a paso nuestros esfuerzos, se alegraban de nuestros progresos, no se impacientaban por nuestras lentitudes, nunca consideraban nuestros fracasos como una injuria personal y se mostraban con nosotros de una exigencia tanto más rigurosa cuanto estaba basada en la calidad, la constancia y la generosidad de su propio trabajo”.

Mal de escuela
Daniel Pennac
Mondadori. Barcelona (2008)
255 págs. 20,90 €.

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