04 Septiembre
04 Septiembre 2018 por FEUSO | Noticias
Según la Sociedad Española de Neurología, SEN, cerca del 35% de los trabajadores de entre 25 y 40 años sufren estrés posvacacional. Al reincorporarnos a nuestra vida habitual tras las vacaciones, nos readaptamos al trabajo, a la rutina y a un estilo de vida más agitado y, con ello, experimentamos cambios mentales, emocionales y cognitivos. Es lo que ya se denomina el estrés posvacacional, desencadenante de enfermedades y dolencias neurológicas.
El estrés posvacacional, es un concepto que se refiere a la ansiedad o presión emocional que debemos afrontar al readaptarnos a las tareas laborales después de un período vacacional. No se puede considerar como una enfermedad sino como un proceso adaptativo a la vida laboral después de las vacaciones que, para algunas personas, puede resultar difícil. Esta inadaptación conlleva una serie de síntomas en forma de desequilibrios físico-psíquicos (reacciones), que suelen remitir al cabo de dos semanas en algunos extremos, aunque lo habitual es que remitan a los pocos días.
¿Por qué se produce?
La readaptación a la vida laboral después de las vacaciones incluye cambios de horarios, de obligaciones y de estilo de vida en su conjunto. Todo ello conforma un proceso normal de adaptación, que en algunos casos llega a ser más intenso y produce en quien los sufre molestias psicológicas y/o físicas.
En la mayoría de las personas la vuelta a la “normalidad laboral” no supone ningún trastorno, sino más bien al contrario, ya que vuelve con ilusión a la actividad productiva en especial para quienes el entorno laboral se compone de actividades gratas y creativas con un desarrollo de relaciones sociales satisfactorias.
No nos afecta de igual manera a todas las personas, porque debemos tener en cuenta que además de la variable de entorno, existe otra variable más importante aún: la percepción subjetiva, la vivencia de nuestra vuelta al trabajo, y dicha vivencia puede ser positiva o negativa. Nosotros somos quienes debemos hacerla positiva. Eso sería como decir que entre escoger el vaso medio lleno o medio vacío, escogemos el medio lleno.
Síntomas
En algunos casos, la presión de la vuelta al trabajo llega a ocasionar verdaderos cuadros de estrés agudo con todas las manifestaciones emocionales, del comportamiento y físicas que lo caracterizan: malestar, ansiedad, depresión, disminución del rendimiento, palpitaciones, sudoración, aumento de las frecuencias respiratoria y cardíaca, temblores, cambios de humor, etc. Estos signos y síntomas de estrés los manifiestan con mayor frecuencia las mujeres, probablemente por desarrollar actividades en un entorno socio-familiar de mayor presión.
Muy pocos casos de estrés posvacacional precisan de un abordaje profesional, ya sea médico o psicológico. Para superar las molestias derivadas de esta mala adaptación al cambio de vida desde las vacaciones a la vida laboral, se recomienda seguir algunas pautas, cuando sea posible:
- Empezar de manera gradual con la intensidad del trabajo, de menos a más intensidad, siempre intentando comenzar por las tareas más gratas.
- Retomar la vuelta al trabajo con visión de reencuentro con la normalidad y nuestra tarea, será nuestra meta en los primeros días sin tratar de alargar este proceso inútilmente.
- Aprovechar los tiempos de descansos o de la comida para volver a alguna actividad agradable, para las relaciones sociales o familiares.
- Dormir adecuadamente, alrededor de las ocho horas.
- Mantener horarios regulares tanto durante el día como en las horas de acostarse y levantarse.
- No “llevarse trabajo a casa”, dejar en el trabajo lo concerniente a éste.
- Practicar ejercicio físico, si es posible a diario.
- Seleccionar aquellas actividades que podemos llevar a cabo, y delegar aquellas para las que no estamos tan preparados.
- Mantener una actitud realista y proactiva, sin sopesar una y otra vez, de manera repetitiva y poco productiva, todas las alternativas a las cuestiones planteadas.
- Plantear los problemas laborales del modo más simple y esencial posible, prescindiendo de los detalles y sopesando la esencia para encontrar las soluciones.
- Halagar el trabajo bien hecho de las personas a nuestro alrededor y corregir las conductas inapropiadas o negativas en cuanto surjan de modo sutil pero firme.
- Practicar la relajación en intervalos regulares, eliminar pensamientos erróneos o ideas irracionales que puedan darnos ansiedad.
Imma Badia Camprubí
Secretaria de Acción Sindical y Salud Laboral
FEUSO.-