27 Octubre
27 Octubre 2014 por FEUSO | Profesorado de religión
En el agotador debate que periódicamente surge alrededor de la asignatura de Religión, algunos opinadores evidencian muy poco respeto hacia el alumnado que la cursa, sus familias y por extensión hacia el profesorado que la imparte.
Algunas respetables opiniones parece que tratan al alumnado de Religión como susceptible de ser manejado, engañado, sin capacidad crítica, carentes ellos y sus familias de unos conocimientos básicos de historia, ciencias, incluso de sentido común, que les hace presa fácil de la, en su opinión, manipulación de la realidad que hace esta asignatura. Esto es opinar por opinar y ofender de modo gratuito. Quienes nos movemos por las aulas dando Religión desde hace años, constatamos que gran parte de nuestro alumnado, en función de su edad, interroga, cuestiona, debate, discrepa o acepta y, en definitiva, aprende de modo crítico en un marco de diálogo respetuoso fe-ciencia. Este es el marco de la enseñanza religiosa escolar, algo que sin duda ayuda a nuestro alumnado, junto con el resto de las materias, a su formación integral.
El alumnado que libremente elige cursar Religión es formado en el conocimiento de una realidad global, que tiene sus claves culturales, personales, sociales, de sentido de la vida, aprende a interpretar la Biblia desde el conocimiento de los géneros literarios, valora la presencia del cristianismo en la historia y en la actualidad, etc. Esta sistematización de contenidos, de procedimientos y de actitudes siempre son mejorables, pero lo mismo ocurre con las otras asignaturas.
Por otro lado, estos opinadores deben imaginarse que el profesorado de Religión es una especie rara de docente, que ataca la ciencia y que manipula la historia. Pues nada, una vez más de que hablan por hablar. Al margen de la dimensión personal, el profesorado de Religión es, desde el punto de vista profesional, de un perfil similar al resto de sus compañeros, procura hacer lo mejor que puede su trabajo y está en permanente formación.
Es de agradecer por tanto que, ante el legítimo derecho a la discrepancia sobre el actual modelo de enseñanza religiosa escolar, se respete a los actores que de una u otra manera participamos de ella, reconociendo la libertad de familias y alumnado para la opción que realizan y la profesionalidad del profesorado que la imparte.
Fernando Jorajuria Zabalza
Federación de Enseñanza de USO-Navarra